jueves, 4 de diciembre de 2014

Freiduría Moderna: La Josefa

LA JOSEFA

Calle Príncipe de Vergara 269
Contacto: 913440348


Hace poco abrieron este local en pleno barrio de Chamartín. Desde el principio ha tenido una gran acogida al presentar el concepto original de "freiduría moderna". La idea principal es poder comprar "pescaíto" frito al peso que te sirven en cucuruchos de papel. En su carta podemos encontrar tapas (3-4 euros) y entre diario un menú del día bastante económico (8,95 euros) con un plato del día que varía cada día de la semana. Esto último es lo que yo probé y de lo que voy a hablar. También tenéis el plato del día solo por 5,95 euros o la olla del día por 6,95 euros.

El local no es muy grande, con apenas unas diez mesas en el interior y otras tantas en terraza. Cuando llegué me senté en una mesa con sillas altas cerca de la barra y de la cocina. A pesar de que era tarde y no había mucha gente, tardaron bastante en atenderme. Cuando por fin lo hicieron pedí el salmorejo y los boquerones en adobo con ensalada.



Aperitivo con la bebida
Lo primero que debo decir es que los platos no son precisamente grandes en el menú del día. El salmorejo era un cuenco pequeño que nada tenía que ver con la ración de salmorejo que vi pasar a otra mesa. Sin embargo, el plato estaba bastante bueno y mereció la pena pedirlo.


Salmorejo
Boquerones en adobo con ensalada

El segundo ya es otra historia: ocho boquerones acompañados de un poco de ensalada. Me pareció un plato muy triste y lógicamente me dejó con hambre. No estaban mal los boquerones, pero sin más. Para ser la especialidad del lugar esperaba bastante más.
Así que esperé con ganas el postre, que además contaba con tarta casera chocolate de Peggy Sue (sí, tarta de otro establecimiento aunque visto lo visto fue lo mejor). 

Tarta de chocolate de Peggy Sue

La tarta está verdaderamente rica, aunque el trozo que ponen con el menú es ridículo. En la vida me habían puesto una ración de tarta más pequeña. Y sino, ahí tenéis la foto para comprobarlo.
Pero costó mucho que me trajeran el postre porque a pesar de estar casi sin gente no se aclaraban entre ellos de lo que tenían que traer a cada mesa.
Tal era el descontrol, que al pedirle el postre al camarero me dijo: "¿es que no te había tomado nota del postre? Totalmente perdido. Pero al estar cerca de la cocina, me había pasado toda la comida viendo como debatían dónde iba tal o cual plato y alguien intentaba poner orden. Vamos igual que en uno de los programas de Chicote de Pesadilla en la cocina. 


En resumen, raciones pequeñas, precios adaptados al barrio de Chamartín (precios en carta no son muy altos pero luego ponen platos minúsculos) y total desorganización. Es una lástima porque la idea es muy buena. Espero que aprendan de los errores y vayan mejorando con la experiencia.







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